Todos tenemos un motor de cambio, entendemos el motor de cambio como ese hito, esa situación, ese hecho, suceso o acontecimiento en nuestras vidas que de una forma u otra nos cambia. La fuerza que acompaña ese suceso es tan poderosa que los cambios son inevitables. De repente se activa en tu interior una búsqueda incansable por sentirte mas pleno, “mas feliz”.
Mi primer contacto con la muerte fue con mi madre, una enfermedad muy dura, repentina y cruel como lo es el cáncer de cerebro, no tuvo mucho tiempo… a partir del día que se lo diagnosticaron no llego a los 6 meses, un golpe durísimo. Un antes y un después en mi vida.
A partir de ese momento una vez que superé una de las primeras y mas intensas etapas de un duelo “la ira”, empecé una búsqueda de autoconocimiento, una búsqueda interna para descubrir que pasaba en mi interior. Algo en mi me hacia sentir que tenía que escucharme, conocerme…
Psicólogo, meditación, cambio de alimentación, viajar sólo, yoga y varias cosas más…
Como todo duelo, me tocó la siguiente etapa, LA DEPRESION. En ese momento no encontraba sentido a nada de lo que hacía en mi día a día, siempre estaba ocupando mi mente con pensamientos y muchos de ellos bastante negativos. No disfrutaba de una puesta de sol, de caminar en la playa, del roce del agua en mi cuerpo, de una cena, de un libro, ni mucho menos de las relaciones que me rodeaban, me encontraba hundido. Pasaba días en cama, sin querer saber nada de nadie.
Poco a poco y a fuerza de mucho trabajo personal, años, hostias y ganas de salir a adelante me fui recuperando. Me enamoré del trabajo del Dr, Joe dispenza y de Breathwork, llegué a pasar 4 horas al día meditando durante muchos días, meses.
¡Respirando cada mañana, cada tarde y cada noche!
Poco a poco, todo mi esfuerzo cogía sentido, me encontraba mejor, más pleno y empezaba a disfrutar del momento presente, de mis actividades del día a día y de la gente que me rodeaba.
Lamentablemente, el universo, la vida, Dios o llámale como tu quieras, tenía otra hostia esperándome, esta vez más cruel, más dura, mas rápida, más incomprensible, más trágica. Mi hermana, mi madrina, mi amiga. Esta vez sólo me dio 15 días, no tuve tiempo ni despedirme de ella, de abrazarla, de darle un beso, de tocarla…
Después de llegar a despedir los restos y de pasar el peor mes de mi vida, todo empezó a coger sentido, o como digo yo, todo empezó a transformarse. Me toco amar mi verdad, aceptarla y transformarla.
Ni mi madre, ni mi hermana, ya no iban a volver, sólo me quedaba amar mi verdad, amar mi historia, aceptarla y entender de no hubo otra forma de que pasase, que todo pasó como tenía que pasar y ahí fue cuando aprendí a transformarla… Ahí entendí que la muerte te lleva al amor por completo.
Y aquí os dejo mi consejo. Vuestro hito, suceso, no tiene que ser idéntico al mío, ni siquiera te tiene que resonar, pero si eres sincero contigo mismo te darás cuenta de que algo en tu vida te esta haciendo leer este blog, que algo en ti ya despertó esa búsqueda en tu interior para sentirte mas pleno@, quizás algo no está yendo como esperabas…
Siéntate a echar un cafecito con la muerte,
no dejes que llegue,
no dejes que llegue desprevenida,
no dejes que llegue un día te toque la puerta de casa
y te diga que YA NOS VAMOS.
Invítala antes, habla con ella si puedes cada semana,
si eres muy atrevido hazlo a diario,
y si quieres vivir una vida increíble, despierta y salúdala!
camina junto a ella todos los días,
Esto nos va a pasar a todos, o avanzas y dejas todo atrás, todo lo q no sirve, todo lo que no te hace bien y te enfocas en lo único importante
que es el AMOR, el amor propio. o estas muerto en vida.
Cuando te amas, cuando realmente te amas y te aceptas, te respetas, te cuidas, te priorizas es cuando puedes empezar a vivir una vida plena y compartirla con otros. Desde el amor.
¿Cuál es el tuyo? Te invito a reflexionar sobre ello.
Un abrazo,
Juan D´Angelo, Breath Actor