Todos los que me conocen saben de qué hablo…
La palabra MIGRAÑA fue la protagonista de mi vida durante unos años…
ELLA, LA PROTAGONISTA
Cuando tenía 28 años, empecé a sufrir episodios periódicos de migrañas, que me paralizaban por varios días. Pero como a los 28 te crees invencible, yo me tomaba una pastillita, unos días en cama y seguía con mi ritmo frenético de trabajo, vida social, viajes, fiestas, etc
Casualmente aparecían cuando había alguna situación de estrés emocional, que, en ese momento, habían bastantes dado que llevaba 6 años sin ver, ni hablar, con mi madre.
Pero como siempre hacía, pasada la crisis de migraña, metía todas mis emociones en un contendor. Así iba acumulando emociones y emociones, reprimidas, sin expresar ni hacer caso, girando la vista hacia otro lado y siguiendo con mi vida “fantástica”.
A mis 30 años, las migrañas iban en aumento, hasta que un día, (casualmente cuando me casé) aparecieron y no se fueron más.
¿Cómico verdad?
Recuerdo pasar gran parte de mi luna de miel, encerrada en la habitación del hotel, a oscuras, intentando dormir para tapar el dolor.
Eso se traduce en 1.460 días de dolor seguido. Un dolor tan fuerte que me volvía loca, que me anulaba por completo, y que por supuesto, paralizó toda mi vida.
Tuve que dejar de trabajar, tuve que dejar de hacer planes sociales, apenas tenía vida con mi pareja, y por supuesto, no podía cuidar de mi bebe todo el día. La gran mayoría de veces, salir a la calle a dar un simple paseo era algo imposible, dado que la luz del sol, el ruido de los coches, etc era intolerable para mí.
Me sentía una completa carga para mi familia.
Probé todo tipo de medicamentos, todos y cada uno de los que podían funcionar con la migraña, hasta me sometí a una cirugía de cabeza. Siempre me daban buenos pronósticos y testimonios de otras personas, pero a mi nada me funcionaba.
Al parecer tenía un tipo de migraña crónica que solo sufre un 1% de la población, y al no funcionarme nada, los médicos básicamente me dijeron que me acostumbrase a vivir así.
Yo sabía que la vida no podía ser solo esto. Probé, también, todo tipo de terapias alternativas. Todas las que os podáis imaginar, pero nada de nada me hacía mejorar, sólo gastaba cada vez más y más dinero, grandes cantidades. Gasté más de 30.000€ en tratamientos y pruebas. No solo tiré el dinero, sino que malgastaba mi poca energía que tenía.
Caí en depresión. La relación tóxica con mi marido (ahora exmarido) tampoco ayudaba.
Cada vez más deprimida y con menos ganas de vivir, seguía mi búsqueda interna.
¿Qué me tenía que decir? ¿Para qué había venido a mi vida?
El cuerpo nos habla constantemente, va dando avisos… y cuando no lo escuchas, ¡PUMBA! Te paraliza la vida, para que pares del todo y lo escuches.
Yo tenía claro que el origen de mi migraña era emocional, por todos los traumas que guardaba de mi infancia, el haber crecido sin mis padres y todos los dramas que tuve que vivir con mi madre… por lo que empecé a escuchar mi cuerpo, todas las memorias que almacenaba y comenzó mi viaje personal de trabajo interior, de sanación emocional, de grandes cambios en mi vida.
Cada método, técnica, terapia que me iba llegando iba aportando su granito de arena, sanando partes de mi heridas, aceptando y comprendiendo. Todo formaba parte de mi camino de evolución personal. En ese camino, en el que iba quitando capas y capas de la cebolla, aparecieron 2 técnicas que, en mi caso, me ayudaron muchísimo a conseguir mi objetivo, el objetivo de poder decirte hoy “yo me he sanado a mi misma”.
¿FUE FACIL?
Si esperas que te diga que sí, que la LNT o Joe Dispenza hicieron magia… lo siento.
La respuesta es NO. No fue fácil, no me regalaron nada.
Requirió de mucho esfuerzo por mi parte y mucha dedicación.
Constancia en el trabajo, en sacar tiempo para mí, ponerme como prioridad, para sanarme:
Y lo más difícil de todo:
De nada sirve tirarte una hora y media meditando si, después, el resto del día, lo malgastas con los mismos comportamientos o relaciones tóxicas.
Eran 24 horas de constante alerta a mi mente y mis pensamientos, para pararlos y reprogramarlos.
Así que No fue Fácil… pero sí que fue posible.
Si hubiese hecho caso a los médicos, “me habría acostumbrado a vivir así”, como me dijeron, deprimida, hundida, sin vida… con 30 años.
¿SABES CUAL FUE LA CLAVE?
Que yo creía en mí, que yo creía que yo era capaz de sanarme, que era mi propia Healer, lo tenía muy claro y sabía que lo iba a lograr. Me veía cada día sana, lo sentía bien dentro de mí, y me visualizaba un día hablando delante de mucha gente contando mi caso… y, que casualidad, este año me invitaron al Congreso Internacional de La Nueva Terapia precisamente para esto, para contarlo delante de 1.000 personas.
Y la segunda clave, que me abrí a mi interior. Me permití mirar hacia dentro y enfrentarme a todo lo que guardaba dentro de mí, a mis luces y a mis sombras, para sanarlas y aceptarlas.
¿CUÁL ES EL MENSAJE DE TODO ESTE ROLLO QUE TE HE CONTADO?
Solo tienes que sentirlo bien fuerte, creer en ello y trabajarlo.
Un abrazo,
Marta Planells, Breath Actor.